El despertador sonó a su hora.
El agua de la ducha salió a la temperatura perfecta.
La cafetera cumplió su labor: ni se derramó por fuera ni explotó repentinamente.
No llovía cuando salió a la calle.
No se le coló nadie en el súper.
Los coches respetaron los pasos de peatones, y ninguno intentó arollarla.
En el banco no había cola.
La comida no se pegó en la sartén ni se derramó el agua fuera de la olla.
El lavavajillas cumplió eficientemente su tarea.
Volvió a salir a la calle y seguía sin llover.
Llegó a tiempo al trabajo.
No le tocó comerse ningún marrón ni discutir con nadie.
Salió a su hora.
Nadie la atracó de camino a casa.
En casa, la calefacción funcionaba, y la tele, y el ordenador.
Y, sin embargo, fue un día de mierda.
Una prueba irrefutable de que las cosas no son como son, sino como las vemos o las sentimos.
ResponderEliminarY además veo tu fotografía muy bonita, ese es otro hecho irrefutable.
Un beso.
Pues parecía un día perfecto, como la foto.
ResponderEliminarUn saludo.
Efectivamente. No pasó nada interesante.
Bueno, más interesante sería terminar esa página del diario con un 'y después, se despertó'
La foto es estupenda. Eso si fue interesante.
un abrazo
· LMA · & · CR ·
Cómo te entiendo...
ResponderEliminarSaludos :)
Un mal día lo tiene cualquiera, jejeje. La foto me trae buenos recuerdos de Cork, ahí pase días felices. Un abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarEsos días tan sin fuste, tan de siempre.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.
Y sin embargo hay algo emocionante en la normalidad. A veces es suficiente con tener a alguien cerca, alguien con quien compartir esa nada perfecta.
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